3 pulentos poemas: Raúl Zurita, Erick Pohlhammer y Pedro Lastra

by Poetranseúnte
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IV

Son espejismos las ciudades
no corren los trenes, nadie camina por las calles
y todo está en silencio
como si hubiera huelga general
Pero porque todo está hecho para tu olvido
y yo mismo dudo si soy muerto o viviente
tal vez ni mis brazos puedan cruzarse sobre mi pecho
acostumbrado como estaban al contorno de tu cuerpo
Pero aunque no sobrevivirán muchas cosas
y es cierto que mis ojos no serán mis ojos
ni mi carne será mi carne
y que Chile entero te está olvidando
Que se me derritan los ojos en el rostro
si yo me olvido de ti
Que se crucen los milenios y los ríos se hagan azufre
y mis lágrimas ácido quemándome la cara
si me obligan a olvidarte
Porque aún hay miles de mujeres en quien poder
alegrarse y basta un golpe de manos
para que vuelvan a poblarse las calles
no reverdecerán los pastos
ni sonarán los teléfonos ni correrán los trenes si
no te alzas tú la renacida entre los muertos
Hoy se han secado los últimos valles
y quizá ya no haya nadie
con quien poder hablar sobre la tierra
Pero aunque eso suceda
y Chile entero no sea más que una tumba
¡Despiértate tú, desmayada, y dime que me quieres!

– Del libro «Anteparaíso» (1982) del poeta chileno Raúl Zurita –

 

 

YO TOMO UNA MICRO QUE NO ME SIRVE

Yo tomo una micro que no me sirve
y me deja en la puerta de mi casa.
Rara vez tomo micros que me sirven.
Cuando tomo micros que me sirven
me voy aburrido y llego cansado.
Cuando tomo micros que me sirven.
Cuando tomo micros de esta índole
casi nunca alcanzo mi destino final.
Nadie cree que me pasen estas cosas.
La gente que va en las micros apuradas
las amo porque saben adónde irían, sí.
Si supieran que no van a ninguna parte.
Innúmeras personas piensan que sus casas
son sus casas y sus casas no son suss casas.
Si fueran sus casas no saldrían ni volverían.
Yo viajo en mi casa durante el día que pasa.
Por eso me voy riendo en las micros sin motor
que no van a ninguna parte que no sea mi casa.
Mi casa es una cosa que no es alguna cosa.
La gracia de mi casa es que no tiene paredes.
Jamás podrá estrellarse una micro contra ella.
Pero al irme yo en micros que de veras me sirven
por hastiado que vaya voy sintiendo calor.
Da lo mismo que tome lo que tome en llegar a casa.

– Del libro «Gracias por la atención dispensada» (1986) del poeta chileno Erick Pohlhammer –

 

ME PARECE SENTIR QUE CADA DÍA

Me parece sentir que cada día
sin quererlo he cambiado
el pie con el que suelo levantarme.
Podría no ser cierto,
confundirme
porque veo carrozas en la casa vecina
y es domingo,
y ha de resultar triste morir en el momento
en que todos almuerzan y brindan,
sonriendo.

Es un poco penoso encontrar el zapato
gastado en una punta
sin saber todavía si eso tiene remedio.
Pero esto no es lo mismo,
y si un hombre levanta un muro de madera
yo quisiera saber hasta cuándo ese golpe
resonará en la misma madera, inútilmente,
y para qué ese muro.

De pensar y pensar en las cosas que veo
olvido quién se encuentra más solo,
porque tal vez sea cierto que cada uno tiene su rincón
y es triste,
morirse de este modo, sin un día,
ese día tanto tiempo perdido.

– Del libro «Traslado a la mañana» (1959) del poeta chileno Pedro Lastra –

 

 

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