Crónica de una derrota.

by Rodrigo Muñoz Cazaux
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No sé por donde partir, quizás por el inicio pero la verdad no puedo darme cuenta de cuando todo comenzó. Sinceramente creo que se parece más a ese cuento de las ranas en la olla. Parafraseando dice algo más o menos así: Si colocas una rana en una olla con agua caliente, salta despavorida inmediatamente, pero si en cambio la colocas en agua fría y lentamente vas calentando el agua, pues la pobre rana no se dará ni cuenta cuando se haya cocinado. Algo así pasó con nuestra televisión.. la perdimos, ya no es nuestra. Nos la robaron.

Cuando yo era pequeñito los canales de televisión chilena eran parte de una iniciativa comunicacional de algo mayor. Habían canales universitarios y del estado, pero poco a poco comenzaron a aparecer canales de televisión privados y ahora hay que decir que solo sobrevive TVN con el nombre de televisión pública, pero todos sabemos que no tiene esa orientación, de serlo no programaría cine chileno a altas horas de la madrugada y su grueso programático en horario prime no serían teleseries turcas como el resto de los otros canales.

Mi cultura cinéfila nació y se nutrió en la TV, veía «Tardes de Cine» y «Cine en su casa» y también «Cine Nocturno», ahí vi 2001 de Kubrick por primera vez. Vi y disfruté la criticada «Franja Cultural» antes de la invención del Discovery Channel, me crié viendo tele y por eso es que ahora ya no la veo, porque no comunica nada. La verdad es que ya no hay televisión chilena, ahora hay un noticiario que no da noticias durante todo el tiempo de transmisión, con parrilla flexible y orientado siempre al rostro amigo que se ríe, que baila y que supone un ejemplo de…no sé que cosa. No hay programas televisivos, solo horarios que varían levemente su programación, un constante infomercial de un modelo de comportamiento plástico y aséptico, donde todo está bien porque nada está mal, pero siempre sirve quejarse de algo que no es queja, que no dice, que no se llama «No, si él no se llama». Donde un perrito atropellado en Las Condes ocupa 10 minutos de programación y un accidente donde muere una familia completa no es mencionado, a no ser que la familia viva en Vitacura. No hay Tv, no hay mensaje, no hay remix, no hay música chilena porque Lucho Jara ya no canta, Patty Maldonado no canta a duo con Florcita Motuda, las cadenas nacionales son en un lenguaje inclusivo para todas y todos, para ellas y ellos y yo siento que nadie me llama, porque tampoco me llamo. Los hijos de, se roban los espacios de. Las marcas pagan menciones y los noticiarios las sacan de las malas noticias, las teleseries son grandes producciones y aún así, con la danza de millones las escenografías se ven de cartulina.

Hoy 10 de septiembre del 2017 podemos decir con certeza que perdimos nuestra televisión, pudimos ver como se gastaban recursos en enviar periodistas a transmitir desde Miami un Huracán que ha estado asolando diversas islas y naciones del Caribe, pero no..solo fue importante cuando legó a Miami. Más importaba la tierra en donde los arribistas van a pasearse a los malls comprando marcas sobrevaloradas para venderlas más baratas acá, el ejercicio matutero por excelencia, en que lo que importa es la marca impresa y no la calidad de la prenda. Desde la mañana vimos a periodistas como hienas ante un animal moribundo, esperando en la ventana de un hotel o en la vereda de una avenida, esperando la imagen de destrucción climática que valiera la pena, el morbo de la destrucción, pero no porque nos fuese relevante, porque aunque hayan residentes chilenos en Miami, les quiero recordar a los periodistas que no es Chile. Es más, si bien hay latinos, su idioma oficial no es el nuestro. Incluso, su presidente no nos quiere allá ¿Por qué diablos gastar esfuerzos, recursos, valioso tiempo de transmisión en una cobertura titánica de un huracán que no nos interesa? Porque nos convencieron desde chicos que ese era nuestro ideal, hacia allá debíamos ir. Para qué ser chilenos si podemos ser gringos, por qué ver nuestras series locales de Tv si podemos tener Netflix, para qué gastarse en hacer cine en Chile si siempre está Disney que nos llena de fantasías.

Hoy se notó, hoy perdimos, hoy nos derrotaron, hoy ya no somos nada.

Se acabó la ilusión

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